Noviembre 04, 2025 -HC-

En 25 años, la UPEA no marcó el paso con el desarrollo alteño


Viernes 5 de Septiembre de 2025, 10:30am






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En febrero de 1989 fue iniciado el movimiento universitario en El Alto, con una emblemática, y sin igual, movilización popular, que demandó incesantes 18 días. Ese hecho puso los cimientos para el funcionamiento de la Casa Superior de estudios en esta urbe, que en esa ocasión tenía cuatro años de nacimiento formal, y menos de cinco meses de elevación al rango de ciudad.

La concepción filosófica, táctica y estratégica de la Universidad Técnica y Laboral de El Alto (UTLA), que así se lo denominó en ese entonces debería responder al clamor popular y, principalmente, a la expectativa del ansiado desarrollo alteño, en esa etapa constructiva.

El componente político con su lacerante y afilada intromisión, lesionó ese noble y fecundo propósito, particularmente, en esta primera etapa, extendida hasta abril del año 2000.

Desde el 1° de mayo de ese año la historia alteña incorporó a su trayectoria la segunda etapa del movimiento universitario, con el emplazamiento de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) de manera legal el 5 de septiembre de 2000, con la Ley de la Republica 2115 que la creó de manera formal. Nuevamente, en esta ocasión, la injerencia política se rearticuló y provocó una desenfrenada turbulencia social y que demandó varios años, en disminuir su efecto.

A la fecha, aparentemente, se advierte un manso ambiente en sus actividades, que no significa que haya prescindido de su destructora influencia política, condicionante, que motivó el desvío de sus esenciales funciones, y objetivos planteados, por ellos mismos.

En uno de sus propios informes institucionales, la UPEA enfatizó: “más de 30 mil profesionales evacuados”, y “altamente competitivos de excelente nivel académico”. Preceptos dignos de elogio, envidiables y ambiciosos, pero la realidad, es otra.

Los “titulados” no siempre cuentan con el asentimiento en el mundo laboral alteño, los cuestionamientos y la desconfianza, suelen proliferar con notoria frecuencia, por el divorcio con los mandamientos teóricos que dicen portarlos.

Es decir, la calidad formativa no requirió exigencias, ni rigurosidades con los resultados, que se preveían contarlos. Esa deliberada desidia desató situaciones, que más bien, deberían preocupar a las autoridades, quienes priorizan los aspectos colaterales, y no lo esencial: la excelencia académica.

Al respecto, empresas internacionales que se ocupan de calificar y clasificar a las universidades por el desempeño, principalmente, de los ámbitos formativos, regularmente, elaboran el estado de situación, y en los últimos años, arrojaron conclusiones, que nosolo  preocupan, sino que deberían obligar, y con urgencia, a optar por una definitiva reorientación, y la aplicación de estrategias con iniciativas innovadoras, para superar la prescripción advertida.

Los rankings de la calidad formativa, que se elaboran habitualmente, emitieron informes basados en las siguientes variables: calidad académica, rendimiento de la investigación, experiencia del profesorado, disponibilidad de recursos, actividades socialmente significativas de los graduados, actividades y opiniones internacionales.

Sustentados en esos criterios, se conoció, entre otros, el resultado de tres empresas, que trabajan solventemente con estos rankings universitarios: Uniranks, la ubicó a la UPEA en el puesto 47 de 50 universidades del país; mientras que Edurank, la fijó en el sitio 20 de 53; por su parte, Docsity la puso en el lugar 30 de 45 universidades bolivianas. Panorama, concretamente, desalentador, y nada halagüeño, que debería, más bien, inducir a una mirada y actuar críticos.

Al margen de esa calificación y clasificación de sus “productos”, o sea los talentos humanos, el rol universitario en relación al proceso constructivo del desarrollo integral de la Ciudad de El Alto, no llevó la consonancia formal, tal como se la aguardaba.

La Ciudad de El Alto, como ente emergente en el escenario nacional requería, y aún lo demanda, la elaboración de planes estratégicos de desarrollo integral de la región; anquilosamiento en la disponibilidad de profesionales que respondan a este proceso; ausencia de expertos, especializados en la futura administración de la Región Metropolitana; técnicos en el desarrollo económico de las modernas corrientes, especialmente, de la influencia china;  peritos altamente competitivos en la manufactura, en la investigación de las condiciones ambientales, etc. etc. Exigencias, que pululan y proliferan en el quehacer alteño, y la UPEA, ni siquiera se ruboriza, ante este contundente desequilibrio.

En lugar de una reflexión de esta realidad neurálgica, en este cuarto de siglo, la UPEA se limitó a alinearse al cuestionado rol, de sus similares de todo el país. En otras palabras, a la mediocridad.

Estos 25 años de funcionamiento de la UPEA, deben servir para un seria, responsable y una reingeniería de su desempeño en la sociedad. Particularmente en la comunidad alteña, que aún la considera: una esperanza.

Este proceso de reorientación debería ameritar también una coordinación social, para recuperar sus iniciales concepciones propuestas por la dirigencia vecinal, que dio origen a este movimiento, en los años 1989-90, y otros actores que plantearon, una universidad por y para El Alto, y no una más del montón.

El comportamiento alteño en general, suele ser tolerante y flexible con el actuar de sus dirigentes, autoridades e instituciones de su entorno, conducta demostrada en infinidad de contingencias, sin embargo, el actual funcionamiento de la UPEA, que en 25 años, no logró interpretar las profundas expectativas, y menos, tomar el pulso de su ritmo de procuración del desarrollo integral alteño, motivaría concentrar su atención y pretender corregir, a su manera, este alejamiento del espíritu alteño, y de las visiones que deberían ser comunes: UPEA y comunidad alteña.

Esta augusta celebración, exige un obligado reencuentro de la universidad con sus progenitores, y devolver el carácter comunitario tal como se la concibió en 1989. Los tropiezos y los errores, son propios, y lamentablemente necesarios, en un proceso social, las que claman su restablecimiento, antes que la brecha provocada, sea más evidente e insalvable.

La Universidad Autónoma y Pública de El Alto, es de la Ciudad de El Alto, y para marcar el mismo paso, como lo hacen los demás entes alteños, la UPEA, en su necesaria e impostergable reestructuración debería prescindir de instancias, que sólo representan la ponzoña y la toxina, y que se entusiasman en inducir, inclusive, a su autodestrucción.

Ojalá en las Bodas de Oro, la situación sea diametralmente opuesta, a la actual Bodas de Plata. 

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