El Constitucional, vocero oficial de la administración gubernativa de José María Achá (1861-1864), bajo la conducción del controvertido Mariano Donato Muñoz (1823-1894), como “Redactor ministerial”, vio la luz en Sucre el 26 de octubre de 1861 en la Imprenta Boliviana —en un formato de 48 x 32 cm., a tres columnas—, es decir, a escasos 3 días de haberse consumado en La Paz la matanza de más de 60 partidarios de Manuel Isidoro Belzu (1808-1865) a instancias de Plácido Yañez (1813-1861), accidentalmente a cargo del resguardo de esa ciudad, ante una supuesta intentona golpista de aquéllos.
Mariano Donato Muñoz “luego de colaborar con los regímenes de Belzu y Achá, asumió posiciones importantes junto a Mariano Melgarejo (1864-1971), y se convirtió en uno de los hombres de mayor notabilidad dentro del régimen del sexenio, período de sombrío recuerdo por la encarnizada persecución en detrimento de aquellos periodistas opuestos al tirano”.[1]
Alcides Arguedas al describir a Muñoz dice que fue un “abogado de reducida clientela y, como todo abogado altoperuano mestizo, diestro en el arte de la intriga leguleya, inescrupuloso para usar expedientes falsos, intrigante por temperamento, sinuoso y tortuoso en su trato. Añade: su pasado político sin ser remoto era una maraña de contradicciones y traiciones nefastas”.[2]
Luego de conocer algunos detalles de la personalidad del fundador de este periódico, volvamos al órgano de prensa para interiorizarnos de algunos detalles del mismo.
El Constitucional, de carácter eventual, tuvo la particularidad de ser editado en Sucre, Oruro, La Paz y Cochabamba. Publicación “a tres y después a cuatro columnas del folio mayor de gaceta boliviana, este repertorio de los actos administrativos del gobierno apareció sucesivamente en Sucre (números 1, 2, 3 y 4), en La Paz (números 5 y 6), en Oruro (números 7, 8, 9 y 10) y en La Paz (números 11 hasta el 43). En Sucre, por la Imprenta Boliviana, en Oruro por la del Pueblo, en La Paz por la de Vapor”.[3] Sobre esta relación es importante acotar que conocemos el Nº 40, fechado en Oruro el 26 de septiembre de 1862, a cargo de Ladislao Cabrera (1830-1921).
De acuerdo con la descripción del ilustre polígrafo cruceño Gabriel René Moreno, “el número 1º apareció el 26 de octubre de 1861; el día 29 sacó dicho número un suplemento con los documentos llegados al gobierno sobre las matanzas. El número 43, último que tengo a la vista, es correspondiente al 2 de noviembre de 1862. Desde el número 24 (abril 5) apareció a cuatro columnas, sin ensanche en su forma de tamaño. La materia contenida en los boletines de Oruro, fue inmediatamente incorporada a la edición paceña. Esto mismo se hizo siempre que el gobierno se expedía fuera de La Paz por medio de otras gacetas./ Mariano Donato Muñoz dirigió la publicación en Sucre, Félix Reyes Ortiz en La Paz./ El 11 de noviembre, el presidente con dos de los ministros y su estado mayor general salieron de Sucre. Bajo la dirección del ministro del Interior apareció entonces el número 4 de El Constitucional, último publicado en dicha capital./ El 20 instalaba el gobierno su despacho en Oruro, y el 25 tenía que abandonar esta ciudad, llamado a La Paz por la rebelión de Balsa, que supo el 24 temprano. Fue parada de breves días. El 9 de diciembre estaba de regreso en Oruro con motivo de la rebelión de Fernández en Sucre. Allí permaneció poco menos de un mes./ A estos días corresponden los cuatro boletines orureños de El Constitucional”.[4]
En el prospecto de El Constitucional, reproducido en el número inicial se lee: “Normalizada como se halla Bolivia, bajo el régimen constitucional, se hace necesario que el Gobierno tenga un órgano oficial que rejistre todos sus actos, tanto para que ellos sean conocidos dentro y fuera de la República, como también para que por ese medio pueda apreciarse la marcha legal y progresiva del Gobierno Provisorio./ Con tal objeto sale a luz El Constitucional, en el cual se consignarán los decretos, órdenes y resoluciones que se hubiesen expedido o se expidieren por cada uno de los Ministerios y todos aquellos documentos que tengan un carácter oficial ó que digan relación al servicio público./ Como órgano oficial no admitirá en sus columnas ningún artículo sobre asuntos personales ó meramente particulares y los que sean de interés público, deberán ser remitidos al Redactor, por conducto de los respectivos Ministerios de Estado”.[5]
Es interesante mencionar que en la primera página aparece un manifiesto de Rafael Bustillo (1813-1873), uno de los más esclarecidos colaboradores que tuvo Manuel Isidoro Belzu durante su gobierno (1848-1855), en el cual, entre otras cosas, menciona que antes de concluir esa administración, Bustillo rompió toda relación con el caudillo de las masas, por lo que decidió sumarse a la causa de Achá. Veamos:
“Mis compromisos políticos con el Jeneral Belzu, terminaron con su descenso constitucional del poder./ Que cinco meses antes de esto, por circunstancias que no es del caso referir, corté toda relación personal con él; y que hasta la fecha me he mantenido en esta absoluta interdicción./ Que en la actual situación de Bolivia, llevada providencialmente á impulsos del Gobierno de Mayo, á la senda de la constitucionalidad y concordia, no hay motivo ni razón alguna que pudiera lejitimar ni disculpar siquiera las tentativas revolucionarias de los que se apellidan partidarios del Jeneral Belzu; y que cualquier empresa suya en este sentido, desprovista como se halla de toda razón política, la califico de proditoria y la repruebo y condeno como un insigne atentado contra esta abatida patria para quien empiezan a sonreír los serenos días de la libertad”.[6]
Por lo demás, el contenido de El Constitucional está circunscrito a la reproducción de documentos oficiales del régimen.
El Constitucional, Oruro, 1861, 1862
Se presentaba en un formato de 43 x 32,5 cm, en dos o cuatro páginas, a tres columnas, con periodicidad eventual. Poseemos los números 7, 8, 9, correspondientes a 13, 16 y 18 de diciembre, alcance al Nº 9 (28 de diciembre) y Nº 40 de 26 de septiembre de 1862, redactado por Ladislao Cabrera, que “instituyó en La Paz El Siglo Industrial, redactó en la misma cuidad La Soberanía, El Artesano y El Telégrafo. En Tarija formó parte de El Pilcomayo”,[7] en el marco de su labor periodística, faceta poco conocida de este personaje boliviano.
En el número 7 puede leerse una singular y cínica defensa de la masacre de belcistas en el Loreto propiciada por Plácido Yañez, acompañada de un ofrecimiento de defender al asesino en cualquier terreno:
“En el correo último le escribí sin saber todavía los acontecimientos de la noche del 23, por los cuales no pueden los setembristas menos que darse el parabién, i declarar que U. ha obrado como hubiera obrado cualquiera de los que de corazón pertenecen a esa causa que tantos sacrificios nos cuestan. Segunda vez ha sido U. el salvador del país i de todos nosotros. Si en algo puede servir este su amigo, deseo que me ocupe para hacer su defensa, su completo justificativo i el encomio de su patriótica conducta”.[8]
El autor de semejante texto, un rastrero servil del extraviado militar, no dejó ninguna huella en la historia. Solo conocemos su intención de defender al criminal que en noviembre de 1861 fue ajusticiado por el pueblo paceño, apenas salido de su asombro y como consecuencia de una reacción que tardó un mes en madurar en medio del más absoluto silencio, aturdimiento y asombro.
Frases como las vertidas por el lambiscón de marras escuchamos a lo largo de nuestra agitada historia por parte de los aduladores de los regímenes militares que se sucedieron a lo largo del siglo XX, pero con particular énfasis, en el último cuarto. Varios “salvadores de la patria” asaltaron sucesivamente el poder y amenazaron con perpetuarse en él, pero invariablemente, más tardaron en entrar que en salir del Palacio Quemado.
Aparte del contenido estrictamente gubernativo, El Constitucional daba cabida, eventualmente, en su sección No Oficial a artículos como el que fragmentariamente transcribimos a continuación:
“El lema de la causa nacional, de la causa de mayo de la causa triunfante es —‘conmiseración con el caído y nobleza con el rendido— i no como el de alguna otra causa que decía ‘al caído solo le queda la proscripción o el cadalzo’. Con este exordio demandan unos sucrenses del Nº 4º de El Pueblo amnistía para Morales i cómplices fundados en q’ el pueblo de Sucre cree de ningún valor el compromiso de aquel, que surjió de una personalidad; habiendo renunciado muchas ocasiones de asaltar el mando./ Evidentemente, el Gobierno de Mayo se ha mostrado revestido de una clemencia estrema, llevada hasta los últimos límites; porque no es ya el resorte de las sociedades republicanas el sistema terrorista y feroz. Al lado de esta clemencia se levanta su poder, basado del todo en la masa del pueblo. […] El Gobierno es fuerte, i en verdad que no debiera temer la coexistencia de sus enemigos. Debiera amnistiar a todos, por bondad; pero no, porque, como dicen los corresponsales de El Pueblo, Morales no sea culpable; o siéndolo tenga algunas circunstancias de posible justificación”.[9]
Protestas como la anterior, contrastan con el salvajismo con que fueron masacrados los belcistas en el Loreto, al poco tiempo de asumir Achá el gobierno tras derrocar mediante cuartelazo al dictador José María Linares (1857-1861).
En el alcance al Nº 9 puede leerse un artículo en el cual se contraponen los hombres del hecho (los demás…) con el hombre del derecho (Achá…).[10] Muy típico de nuestra historia y de nuestro periodismo, por lo menos de la decimonónica centuria y de gran parte del siglo XX.
En el número 40 datado en Oruro el 26 de septiembre de 1862 y editado en la imprenta del Pueblo “arrendada”, puede leerse, en medio de la documentación oficial transcrita, un comunicado, del que extractamos algunas líneas:
“El dedo de la providencia había señalado a los Rojos, el término de sus iniquidades. Su criminal carrera marcada por el sello de la reprobación popular, parecía haber concluido en la brillante jornada de San Juan que coronó los patrióticos esfuerzos del Ejército Constitucional. El 15 de Agosto abrió para Bolivia una nueva era de legalidad; el 15 de Septiembre ha afianzado un Gobierno nacional, nacido del pueblo y sostenido por el pueblo. […] Un Jeneral desleal e ingrato enarbola enarbola el negro estandarte de la rebelión. El partido Rojo que azuzó a Yañez para las matanzas de Octubre, que armó al Ejército contra el Ejército por Noviembre, que lanzó al partido belcista contra el partido constitucional por Marzo, toma al jeneral Perez por instrumento ciego de sus odios i rencores i lo precipita por la pendiente de la traición. […] Los protagonistas de la Dictadura, los sicarios de Yañez, los matanzeros del Loreto i de los cuarteles de La Paz, se organizan en falange bandálica contra la Constitución y el Gobierno creado por ella y arrastran consigo jóvenes inespertos, ciudadanos ilusos i algunos tímidos artesanos á quienes precisan á tomar el fusil por medio de las amenazas i de la violencia”.[11]
El articulista trata de salvar la responsabilidad del gobierno de Achá en los asesinatos ordenados y comandados por Plácido Yañez, al pasar la responsabilidad al partido rojo por supuestamente azuzar al enajenado militar… No podía esperarse otra cosa de un comunicado publicado en un periódico oficial y habida cuenta las características de nuestra política criolla.
El Constitucional, La Paz, 1861
De esta publicación disponemos de los números 5 y 6 de 2 y 7 de diciembre de 1861, y el alcance a este último de igual fecha; los números 11-27, 29, 42-45 y 51, entre 11 de enero y 20 de octubre de 1862. Se presenta en un formato de 48 por 34 cm, a tres columnas, dado a estampa por la imprenta de Vapor. Estaba redactada, como anticipamos líneas arriba, por Félix Reyes Ortiz.
Es bueno tener presente que Reyes Ortiz fue un destacado poeta y periodista que “conformó la mesa de redacción de La voz de Bolivia, La Democracia, El Consejero del Pueblo, El Industrial, La Esperanza y La Época. Dirigió en 1861 El Telégrafo. Asimismo, colaboró con otros medios eventuales”.[12] Estuvo vinculado a los gobiernos de Belzu y Achá y fue perseguido por Melgarejo.
Esta publicación oficial paceña distribuía su contenido en secciones como Sección de Gobierno, Sección de Guerra, Sección de Hacienda, Sección de Instrucción Pública y otras como Documentos Oficiales, además de una Sección no Oficial, Remitidos y Avisos. Naturalmente la totalidad de las secciones no está presente en cada número.
En la Sección no Oficial, encontramos un artículo sobre la misión de la prensa, según los editores de El Constitucional. Veamos algunos párrafos:
“—Cuál es la misión de la prensa?/ —La mision de la prensa es la del pensamiento, cuyo eco, cuyo reflejo, cuya espresion publica es./ La prensa es el pensamiento mismo hablando—y hablando tan alto, que desde la pobre mesa del escritor, que le sirve de tribuna, se deja oir en el mundo entero, que le sirve de auditorio, predicando siempre el bien de la humanidad./ Y porque el pensamiento es el más grande de los atributos del espíritu humano, su manifestacion publica es el mas precioso de los derechos. De aquí lo elevado e importante del derecho de la prensa. […] La prensa como heraldo de los acontecimientos, como eco de las necesidades sociales, como querella de agravios inferidos á la moral pública, como defensa de las garantías, como palestra de las polémicas científicas o literarias, como simple y pasiva avisadora de noticias, ó como civilizadora y entusiasta directora del pueblo, —cualquiera que sea su faz bajo la que se la considere, su misión es siempre la misma: las reglas de su conducta las mismas, los principios de verdad, justicia, progreso y libertad, siempre idénticos”.[13]
Pese a pomposas declaraciones como la transcrita, la realidad era otra y muy distinta, pues la libertad de prensa, casi por regla general en el siglo XIX, estuvo cooptada por los regímenes gobernantes. Valía solo para los fines del gobierno de turno, y no así para opositores que, por lo general no podían mantener vigentes sus publicaciones, habitualmente por falta de recursos económicos y por las persecuciones de que eran objeto.
Félix Reyes Ortiz, suscribe un singular artículo referido a las matanzas de Yañez y al rol que le cupo desempeñar al gobierno de Achá. Dice este en partes salientes:
“Según algunas frases del liberal periódico de esta ciudad [La Paz] El Juicio Público, se da a entender que el gobierno encubre, o a lo menos deja impune el crimen de asesinato en que tienen complicidad algunos que aún ostentan poder, insultando a la moral pública y a la justicia./ Preguntamos ¿Quiénes son esos criminales? Puesto que no deben ignorarse que hallan sub judice, lo sindicados de complicidad con el salvaje Yañez. […] Al día siguiente del atentado de Yañez, en medio del silencio sepulcral del pueblo, cuando el acervo dolor había estupidecido el pensamiento, entonces mismo el suscrito presentó ocultamente una denuncia contra el Salvaje bajo la firma de Antonio Fernández, que después la hemos visto como primera foja del proceso, con un valiente requerimiento del Sr. Fiscal…”.[14]
Pese a las protestas de Reyes Ortiz, el hecho incontrastable es que el gobierno de Achá no se pronunció ni buscó sancionar como correspondía, a Yañez y sus cómplices. Tanto es así, que exactamente un mes después de la carnicería desatada por el salvaje militar fue el pueblo el que tomó la justicia en sus manos. El resto es palabrería que busca justificar lo injustificable y que, por lo mismo, cae en saco roto.
Pese a ser órgano oficial, El Constitucional recibía avisos, como forma paralela de sustento. Veamos una muestra de éstos:
“Se vende una bonita finca de puna dista de esta ciudad nueve leguas, con suficiente ganado lanar, dos pongos y ocho cargas de combustible semanal. La persona que interese en ella, puede ocurrir a esta imprenta [de Vapor] donde se le dará razón del dueño con quien deba tratar”.[15]
Por esos años, era común la venta de propiedades rurales con pongos incluidos como parte de la transacción comercial.
El Constitucional, Cochabamba, 1862
El Constitucional de Cochabamba, del cual tenemos en nuestro poder tres ejemplares (N°s 32, 33 y 34, de 2, 8 y 12 de julio de 1862), estuvo dirigido por don Félix Reyes Ortiz (1827-1884) —quien fue uno de los principales colaboradores del gobierno de José María de Achá—, se daba a luz en la Tipografía de Gutiérrez, en un formato de 41 por 30 cm, 4 páginas a 3 columnas.
Llama la atención, la publicación, en la portada de uno de los ejemplares, de una laudatoria al presidente Achá, suscrita por Félix Reyes Ortiz, en ocasión del aniversario natal del mandatario. Veamos, a título de ejemplo, algunos fragmentos:
“El sol de julio recuerda el primer grito de independencia que resonó al pie del jigante Illimani i que fué como el fiat de la creación política de las Repúblicas sud-americanas./ Hoi dia el sol de julio también recuerda el natalicio del Presidente de una de esas Repúblicas, de Bolivia, destinada como las otras, á realizar el ensueño que acompañó a los primeros Héroes, cuando radiantes de inmortalidad subieron al cadalso para dejarnos una Patria./ I esa Patria está en vuestras manos, Presidente Achá…”.[16] De esa manera, transcribimos parcialmente una muestra del nivel de adulación que alcanzaban los gobernantes por su zalamero entorno…
El contenido de El Constitucional cochabambino estaba distribuido en secciones oficiales como: Sección de gobierno, Sección de hacienda, Sección de instrucción, Sección del culto, y una No oficial, y Avisos… Esto es común a gran parte de la prensa oficial de la decimonónica centuria.
La información como tal, transmitida mediante noticias como las conocemos hoy, todavía no aparece en los periódicos de estos años, cuya característica es, más bien, la presencia de largos y a veces enrevesados artículos de diverso carácter que alentaban la polémica político-partidaria, la difusión de los instrumentos legales del régimen de turno, ataques a los opositores y defensa incondicional del gobernante. También están presentes las transcripciones de información de papales de países aledaños o de Europa.
Pero veamos algunas publicaciones de El Constitucional de hace 157 años (julio de 1862) que llamaron nuestra atención, en algunos casos, por su vigencia actual, y en otros, por su originalidad, aunque mayoritariamente vinculados a la difusión de la actividad gubernamental:
Medidas para evitar saqueo del mobiliario de Palacio
Llama la atención que a los 37 años de vida republicana, en Bolivia todavía no se hubieran instalado mecanismos de control de los bienes del Estado… Claro que los vaivenes de la política caracterizados por constantes cuartelazos y consecuentes y frecuentes cambios de gobernantes coadyuvaban en gran medida a que se ignoren esos detalles que a la postre son fundamentales en el proceso de fortalecimiento de las instituciones representativas. Pero vayamos al contenido de la publicación:
Muebles de la casa de gobierno de La Paz.- Ministerio de Gobierno-La Paz, Mayo 17 de 1862. A S. S. el Jefe Político del Distrito. Señor.
Sucede con frecuencia que se pierden los muebles de la Casa de Gobierno de esta ciudad, sin que haya un documento que acredite su existencia. Para evitar esto es que remito el inventario de dichos muebles a fin de que se archive en la Secretaría de esa Jefatura, para que en su caso sirva de instrumento de comprobación de las pérdidas i existencias que hubiere; quedando en este Ministerio una copia.—Dios guarde a US.—Manuel M. Salinas—Es conforme—El Oficial Mayor —Félix Reyes Ortíz. [El Constitucional, N° 32. (Cbb.2.Jul.1862: 1.)].
Expansión de la Iglesia… el turno de Rurrenabaque
Para nadie es un secreto que la Iglesia Católica jugó un papel muy importante en la evangelización de los habitantes de nuestras tierras. La nota que transcribimos a continuación es un reflejo de ello.
La Paz, Mayo 31 de 1862
Atendiendo a la necesidad i utilidad del pueblo que se pretende fundar se concede 1° la licencia respectiva para su fundación en el punto de Rurenavaque; 2° al Reverendo Padre Fr. Jesualdo Marcheti le espedirá el Reverendo Obispo de la Diócesis el correspondiente título de cura conversor, a quien se le asignará por el Tesoro Nacional de este Departamento el sínodo respectivo de que gozan los demás misioneros en Caupolican; 3° se encarga al Jefe Político del Distrito de Caupolican para que se espida el nombramiento de Correjidor a Dn. José Fariñas o a otra persona que designe por primera el Reverendo Padre Cura Conversor; 4° Se cancelan para la edificación de la Iglesia, Cabildo, Casa Parroquial, Tambo y Canoas quinientas cabezas de ganado vacuno cerril. Tómese razón y transcríbase al Jefe Político del Distrito del Beni para que haga cumplir este decreto en la parte que le corresponde—Rúbrica de S. E. —Carvajal.
Es copia el Jefe de Sección
Juan Pedro Loza (El Constitucional, Nº 34 (Cbb.12.Jul.862): 4.
Avisos
Los avisos publicados en los números de El Constitucional que nos sirven de referencia, se caracterizan por estar vinculados a la difusión de material propio del gobierno, desde la Constitución, el anuario legislativo, y los periódicos del régimen… Veamos los ejemplos:
Constitución. Se vende a 4 reales en la tienda de Don Mateo Baez en La Paz.
Anuario de 1861. Ha terminado su edición y se vende a 2 pesos 4 reales, en la misma tienda e Imprenta de vapor, en La Paz.
El Telégrafo. —Publicará el Anuario de 1862. Se invita a suscripción de este importante periódico. El ajente en Cochabamba el Dr. Luis Mariano Guzmán—En Sucre, el Dr. Merizalde i en Potosí, el Dr. Campos.
El Constitucional—Se vende a medio real en la administración de correos (El Constitucional, N° 34. (Cbb.12.Jul.1862. P. 4.).
FUENTES CONSULTADAS
Bustillo, Rafael. “Una manifestación”. El Constitucional, Nº 1 (Scr.26.Oct.1861): 1.
Caballero. Francisco. Carta a Plácido Yañez. El Constitucional, Nº 7 (Or.13.Dic.1861): 2 (De un papel suelto de Oruro).
Justo Costilla (Seud). “Los rojos en espiacion”. El Constitucional, Nº 40 (Or.26.Sep.1862): 3.
Moreno, Gabriel René. Matanzas de Yañez. Librería Editorial Juventud, La Paz, 1976. P. 185.
Ocampo, F. Remijio. “Morales”. El Constitucional, Nº 9 (Or.28.Dic.1861): 4.
“Prospecto”. El Constitucional, Nº 1 (Scr.36.Oct.1861): 1
Quintana Condarco Raúl de la y Duchén Condarco , Ramiro. Pasión por la palabra. Producciones Cima, La Paz, 1992. P. 438.
Reyes Ortíz, Félix. “8 de julio”. El Constitucional, Nº 33 (Cbb.8.Jul.1862): 1.
Reyes Ortiz, Félix. “Misión de la prensa”. El Constitucional, Nº 12 (LP.10.Ene.1862): 1, 2.
Reyes Ortiz, Félix. “Hablemos claro”. El Constitucional, Nº 12 (LP.19.Ene.1962): 2, 3.
Velasco Flor, Lorenzo. “Los hombre de hecho y el hombre del derecho”. El Constitucional, Alcance al Nº 9 (Or.28.Dic.1861): 1, 2.
Colección de El Constitucional.
[1] Quintana Condarco Raúl de la y Duchén Condarco , Ramiro. Pasión por la palabra. Producciones Cima, La Paz, 1992. P. 438.
[2] Arguedas, Alcides. Los caudillos bárbaros, citado por Quintana Condarco, Raúl y Duchén Condarco, Ramiro. Pasión… P. 437.
[3] Moreno, Gabriel René. Matanzas de Yañez. Librería Editorial Juventud, La Paz, 1976. P. 185.
[4] Moreno, Gabriel René. Matanzas…. P. 185, 186.
[5] “Prospecto”. El Constitucional, Nº 1 (Scr.36.Oct.1861): 1
[6] Rafael Bustillo. “Una manifestación”. El Constitucional, Nº 1 (Scr.26.Oct.1861): 1.
[7] Quintana Condarco, Raúl de la y Duchén Condarco, Ramiro. Pasión… P. 128.
[8] Francisco Caballero. Carta a Plácido Yañez. El Constitucional, Nº 7 (Or.13.Dic.1861): 2 (De un papel suelto de Oruro).
[9] F. Remijio Ocampo. “Morales”. El Constitucional, Nº 9 (Or.28.Dic.1861): 4.
[10] Cf. Lorenzo Velasco Flor. “Los hombre de hecho y el hombre del derecho”. El Constitucional, Alcance al Nº 9 (Or.28.Dic.1861): 1, 2.
[11] Justo Costilla. “Los rojos en espiacion”. El Constitucional, Nº 40 (Or.26.Sep.1862): 3.
[12] Quintana Condarco, Raúl de la y Duchén Condarco, Raúl. Pasión… P. 556.
[13] Felix Reyes Ortiz. “Misión de la prensa”. El Constitucional, Nº 12 (LP.10.Ene.1862): 1, 2.
[14] Felix Reyes Ortiz. “Hablemos claro”. El Constitucional, Nº 12 (LP.19.Ene.1962): 2, 3.
[15] El Constitucional, Nº 41 (LP.9.Nov.1862): 4.
[16] Félix Reyes Ortíz. “8 de julio”. El Constitucional, Nº 33 (Cbb.8.Jul.1862): 1.