Antes de bajarse del bus, Luis Arce se dedicó, sin saberlo, a acomodarle el asiento a Andrónico. Hizo el trabajo sucio, el de la injerencia institucional, el de escritorio, ese que Andrónico no iba a poder hacer ni aunque se encerrara un mes en la Asamblea: cerrarle el paso a Evo. Literalmente le barrió la alfombra roja para que Andrónico dé paso libre. Qué buenos enemigos tiene Andrónico. Ya quisiera Samuel tener uno así.
Arce, con sigla pero sin candidato, hizo de portero: le cerró la puerta a Morales y se la abrió de par en par al joven masista. Todo el operativo político lo ejecutó él. Andrónico apenas tuvo que sonreír y, curiosamente, la oposición, con sus peleas internas y cerrándole el paso a Chi (que concentraba gran voto masista) le está cediendo la silla presidencial.
Hoy las apuestas están sobre la mesa: Andrónico. Muchos juraban que Arce sí iba. Yo dudaba. Los movimientos sociales no son románticos ni fieles a un caudillo y sin apoyo Arce era un rey sin corona. Los movimientos sociales son pragmáticos, ven la oportunidad y se alinean. Y ahora, todo indica que esa estructura ya se está tejiendo detrás del trópico, ya sabrán para quién.
¿Qué maniobras hará ahora Arce para no padecer la condena que recibirá con el siguiente gobierno? Lo que sí es cierto es que Andrónico tomó una decisión oportuna al candidatear. En un tablero donde la oposición sigue jugando a las encuestitas, los vetos y las malas alianzas de sus duplas para vicepresidente, Andrónico, sin mover muchas fichas, podría terminar poniéndose la banda presidencial. Quién lo diría.
Imagínate hacer todo un trabajo político para nada, para que otro lo disfrute. No creo que Arce sea el peor presidente del país, la historia muestra mucho peores, pero eso sí: ¿tú también, Bruto, hijo mío?
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