En un entorno internacional económico, comercial y geopolítico lleno de incertidumbre, los últimos informes del FMI y del Banco Mundial reflejan un empeoramiento de las condiciones internacionales para el crecimiento económico este 2023, debido a una escasa demanda externa y el comportamiento recesivo de las políticas monetarias restrictivas y sus efectos negativos en la dinámica del producto, que se verá ralentizado. Los principales riesgos –según el FMI- son el decrecimiento de los principales socios comerciales, la volatilidad de los precios de las materias primas, nuevos shocks inflacionarios, turbulencia en los mercados financieros de las principales economías y la intensificación de las tensiones geopolíticas. Sugieren, entre otras cosas, apertura irrestricta al ingreso del capital internacional como tabla salvadora y una serie de reformas estructurales, que, como sabemos, solo trajeron, a nuestra economía, deterioro en el producto y más pobreza.
La economía boliviana, al primer semestre de 2023, registró un producto interno bruto con crecimiento de 2,21% que muestra un crecimiento positivo frente a decrecimientos en la mayor parte de América del Sur. Estos resultados evidencian la crisis en la que se desenvuelve el entorno internacional que tiene que ver con el deterioro en las condiciones económicas pese a la reapertura de China y de su crisis inmobiliaria; y el cambio en la estructura del crecimiento de Estados Unidos a favor del sector de los servicios, que no tiene efectos dinamizadores para el resto del planeta.
Por estas razones el crecimiento boliviano privilegió el consumo interno, por lo que la inversión pública creció en 7.62% y el consumo de los hogares con 2,23% que desembocaron en una demanda interna con una incidencia de 7,27% frente al -5,06% del mercado externo.
Por el lado de la oferta de la producción el liderazgo está en Otros Servicios con 11.1% -donde Restaurantes y Hoteles tienen una presencia muy importante, pues, registró un crecimiento de 10,5%-; luego, tenemos a Electricidad, Gas y Agua con 5.3%, un poco más lejos los Establecimientos Financieros con 3.9% y la Construcción con 3.6%, entre los cuatro principales lugares. Sin embargo, este crecimiento fue contrarrestado por el decrecimiento en la Industria Manufacturera con -0.8%, pero, al interior de la industria manufacturera la industria de alimentos y carnes registró 2,6% y la industria de textiles registró 16.6% que no pudieron revertir a la cifra industria de refinados de hidrocarburos; y, por Petróleo crudo y Gas Natural con -5.7%. El efecto combinado de ambas fuerzas desembocaron en un crecimiento de 2.21% que es un logro dado el escenario de crisis internacional.
Este crecimiento también estuvo afectado por factores extraeconómicos como el bloqueo internacional en el sur de Perú que no permitió el flujo de nuestras exportaciones hacia el mundo, la sequía a consecuencia del cambio climático, los ataques al tipo de cambio y que hasta ahora la recuperación es lenta, el sabotaje en la Asamblea Legislativa Plurinacional referida a la incertidumbre en la aprobación del PGE reformulado 2023, entre otros.
Ante este escenario, es muy probable que las condiciones externas sufran un deterioro mayor por lo que la demanda interna se constituirá, una vez más, en el soporte del crecimiento económico, cuya magnitud será superior a los pronósticos realizados por diferentes organismos internacionales.
Sin duda, para el año 2024 es muy probable que el crecimiento esté alto porque los proyectos de industrialización por sustitución de importación mostrarán sus frutos, que tendrán una incidencia importante en el crecimiento del producto y permitirán que las finanzas públicas tengan más grados de libertad y que sumado al desenvolvimiento del mercado interno se tenga la fortaleza de un mejor crecimiento del producto.
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