Pocos minutos antes de las seis de la mañana, hora de Moscú, una hora antes en Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el inicio de una “operación militar especial” en el Donbás, Ucrania.
Desde hace meses, Putin argumenta de que el de Kiev es un régimen nazi que discrimina a los rusoparlantes y que los ciudadanos de las regiones de Donetsk y Lugasnsk están sufriendo un “genocidio” y este jueves afirmó que la agresión miliar es para “defender y proteger” a la ciudadanía.
“Nos esforzaremos por desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Y también llevar ante la justicia aquellos que cometieron numerosos crímenes sangrientos contra civiles, incluidos ciudadanos de Rusia”, afirmó Putin, con gesto serio en un mensaje de vídeo flanqueado por dos banderas rusas.
”La invasión ha comenzado”, dijo el Ministerio del Interior ucranio en un comunicado. El servicio de emergencia estatal de Ucrania asegura que se lanzaron ataques contra diez regiones ucranias, principalmente en el este y sur del país.
“Llega constantemente información sobre los ataques”, dice en una nota la agencia gubernamental. En la zona de Kramatorsk y Sloviansk, a una hora en coche de la línea del frente, se oyeron varias explosiones. También un poco más adentro, en Dnipro, según testigos. Y en Járkov, a 30 kilómetros de la frontera rusa.
El Ministerio del Interior de Ucrania dice que los ataques con misiles están dirigidos a aviones de combate ucranianos en un aeropuerto en las afueras de Kiev, donde se habían escuchado explosiones.
El presidente ruso también advirtió que quienes "intenten interferir con nosotros (...), deben saber que la respuesta de Rusia será inmediata y conducirá a consecuencias que no han conocido jamás".
"Estoy seguro de que los soldados y oficiales de Rusia cumplirán su deber con coraje (...) La seguridad del país está garantizada", afirmó. Putin no precisó la magnitud de la operación militar, ni si se iba a limitar al este rebelde de Ucrania o más allá.
La agencia rusa interfax también reportó explosiones en las zonas de Donetsk y Lugansk bajo control de los separatistas prorrusos, que, alimentadas por el Kremlin, llevan ocho años luchando con el Ejército ucranio en una guerra que ha segado ya 14.000 vidas. Una nueva guerra caliente en la zona sería devastadora. Una intervención a gran escala en todo el país, catastrófica.
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