Quien fuera uno de los capos más poderosos del mundo, Joaquín Guz-mán Loera se sentará desde este lunes en la Corte Federal de Brooklyn en un juicio que puede llevarle a una pena de cadena perpetua. Los intentos de sus abogados por aplazar el juicio en su contra fueron inútiles. El juicio se iniciará en medio de un impresionante operativo de seguridad, en el que el Chapo no tiene la posibilidad de tener contacto directo con alguna persona, mientras se encuentra en una celda.
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El Chapo es acusado por 11 cargos relacionados con narcotráfico y lavado de dinero, entre ellos, el traficar más de 155 toneladas de cocaína a Estados Unidos, además de toneladas de heroína, metanfetaminas y marihuana a lo largo de 25 años.
Con el cabello cortado al ras, sin bigote y vestido con un traje de presidia-rio azul, "El Chapo", de 61 años y poco más de 1,60 metros de altura, ha perdido mucho de su aura de implacable jefe narco, y espera su juicio "tan esperanzado como puede estarlo", según declaraciones de su abo-gado Jeffrey Lichtman, citadas por la agencia AFP.
Luce delgado, tiene problemas de salud por la falta de sueño y aire natu-ral y la exposición todo el tiempo al sistema de aire acondicionado que le ha provocado malestares en oídos y garganta. En las audiencias previas apenas se escucha su voz, ya que el juez no le permite hablar adentro dela sala.
Pasa encerrado en su celda y pensando en uno de sus mayores te-mores: enfrentar una pena de cadena perpetua. Vive casi en total aislamiento, sin poder ver a su esposa y sin contacto físico.
Las medidas van desde las condiciones extremas de su encarcelamiento hasta su transporte a la corte, y se extienden más allá para proteger a los miembros del jurado y a los testigos de una posible venganza del presunto capo, del que las autoridades temen que use sicarios para secuestrar y asesinar a quienes se atrevan a hablar en su contra.
Guzmán, de 61 años, está en el ala más segura del Metropolitan Correctional Center en Manhattan, una de las prisiones más seguras del país, donde es mantenido 23 horas en una celda de 18 metros cuadrados en la que nunca se apaga la luz, con una pequeña ventana opaca que no le permite ver el exterior.
Sólo se le permite una hora para ejercitarse y una llamada mensual de 15 minutos a su madre y hermana que es escuchada por las autoridades. También cuenta con una Biblia y un dic-cionario de inglés a español.
Los abogados de Guzmán tampoco han podido tener contacto físico ni siquiera a sus hijas pudieron verle de manera directa, ya que todo ocurre en una habitación con una pared de vidrio, desde la cual Guzmán sólo puede mantener una conversación.
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