El mercado Lanza se ha convertido en refugio de enamorados, malvivientes, consumidores de droga. No solo eso. “También es un urinario”, reclaman las caseritas y caseritas de uno de los centros de abasto más importantes de La Paz. Ubicado en pleno centro de La Paz, el edificio que ya tiene ocho años no ha logrado conquistar al público y es un espacio de inseguridad. Las dirigentes exigen una reconstrucción.
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“Yo salgo afuera a vender frescos porque el puesto de mi mami está al fondeo del sótano; qué vamos a vender allí adentro, la gente no entra. Solo entran para orinar y hacer sus necesidades: vienen parejas a besarse, solo falta que tengan sexo hay adentro”, reprochó doña Rosita, gremial.
En inmediaciones y por dentro del edificio, ocurren hechos de inseguridad. La madrugada del domingo pasado, la Intendencia Municipal halló el cuerpo sin vida de un joven en el sector Santa Teresita (ubicado debajo de la pasarela Pérez Velasco). No es el único caso, en el mercado Lanza también hay atracos y robos.
“Este sector es un canchón cerrado, estamos sufriendo robos y atracos. A los peatones les hacen gritar, nadie hace nada, los arrastran hacia el túnel (que da a la calle Potosí) para robarles. Las jardineras les sirven como alojamiento y bar a los delincuentes, no hay cómo decirles nada, vienen con cuchillos. Han llegado extranjeros colombianos ellos son más desaforados, de frente nos amenazan”, denunció Aurora Patiño, dirigente del sector Santa Teresita.
En el mercado, la soledad es la compañera de las caseritas; de las 1.500 casetas solo ofrecen servicios unos 700. Las comerciantes dicen que no pueden vender poque no hay compradores. El sótano es el sector más peligrose, los jóvenes enamorados aprovechan la oscuridad y los malandrines se ponen a beber y drogarse.
“Vemos ingresar a personas sanas y salen drogadas, uno nota, no se les puede decir nada, ellos nos amedrentan”, dijo don Luis, gremial del sector de libros.
Las caseritas dicen que no vale la pena abrir los kioscos porque no hay clientes y cuando hay se pelean por ellos. “Tenemos que estar jaloneando a los clientes. Hay miramientos y peleas entre nosotras”, dijo doña Lupe, vendedora.
Algunos kioscos se ahora depósitos, cuenta Rosa G., quien vende en el pasaje Lanza, a quien la encontramos en el sótano. Sola a sus 63 años se arrepiente de haber aceptado que impulsó el exalcalde de La Paz, Juan Del Granado. “No hay venta ni para recuperar el capital”, dijo.
El mantenimiento del mercado es un “desastre. El edificio no tiene puerta ni ventanas, está lleno de heces de palomas, entran a drogarse y venden droga a pocos pasos de la administración. Hay muchas falencias”, dijo Patiño.
El módulo policial está abandonado, los policías desaparecieron. Se hace un gasto exorbitante contratar guardias privados.
“Los guardias de seguridad no quiere venir en grupos de dos, dicen que es peligroso, piden la contratación de un mínimo 10 por seguridad, quieren cobrar 20 mil mensuales”, manifestó.
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Paola Sáenz, dirigente del sector, explicó que llegaron a la conclusión de que el edificio es una mala construcción. Dialogaron con el Concejo Municipal para que se haga una intervención a corto, mediano y largo plazo. Piden respaldo en publicidad, refacciones y la reconstrucción. “Vamos a tener la paciencia que se requiere, se estaría haciendo en 10 años, mientras pedimos la revitalización del mercado”, dijo.