Al amanecer, este lunes 27 de mayo, sobre el campamento de desplazados en el barrio de Tel Al-Sultan, en el oeste de Rafah, aún salía humo tras las llamas causadas por el bombardeo israelí que golpeó la zona horas antes. Al menos 45 personas murieron, la gran mayoría mujeres, niños y adultos mayores, según la última actualización del Ministerio de Salud local, que alertó que la cifra de víctimas mortales podría aumentar conforme se rescaten cuerpos de los escombros. Además, algunos de los heridos enfrentan graves quemaduras.
En las últimas horas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que el asalto no tenía como objetivo causar víctimas civiles y sostuvo que el hecho está siendo investigado.
"En Rafah, ya evacuamos alrededor de un millón de residentes no combatientes y, a pesar de nuestro máximo esfuerzo para no dañar a los no combatientes, desafortunadamente algo salió trágicamente mal (...) Estamos investigando el incidente y sacaremos conclusiones, porque esa es nuestra política", señaló Netanyahu en un discurso ante el Parlamento, que fue interrumpido por gritos de los legisladores de la oposición.
El Ejército miente. No hay seguridad en Gaza
Sentado entre los cuerpos de sus familiares, a la espera de poder ser enterrados, Aben Mohammed Al-Attar, uno de los miles de palestinos internamente desplazados en medio de las hostilidades en curso en Gaza, aseguró a la agencia de noticias Reuters que el Ejército israelí mintió al afirmar que el oeste de Rafah sería una “zona segura”.
Y es que el ataque se produjo en un área de refugio, que había sido designado por las tropas israelíes como segura, después de que en las últimas semanas los militares hicieran nuevos llamados de "evacuación", calificados por la ONU como desplazamiento forzado.
“El Ejército miente. No hay seguridad en Gaza. No hay seguridad, ni para un niño, ni para un adulto mayor o una mujer (...) ¿Qué hicieron para merecerlo? Ahora sus hijos son huérfanos”, cuestionó Al-Attar, al lamentar la muerte de su hermano y su cuñada.
Este lunes, la abogada general del Ejército de Israel, Yifat Tomer Yerushalmi, declaró que el incidente era “muy grave” y aseguró que “las Fuerzas de Defensa israelíes lamentan que no-combatientes hayan resultado heridos durante la guerra”.
Desde la Knéset, el Parlamento israelí, el primer ministro Benjamin Netanyahu declaró el lunes por la tarde que “pese a nuestro máximo esfuerzo por no herir a los no-combatientes, algo, desafortunadamente, salió trágicamente mal”, entre abucheos de la oposición.
“Estamos investigando el incidente y alcanzaremos conclusiones, porque esa es nuestra política”, afirmó el mandatario.
El coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio Tor Wennesland, reaccionó al bombardeo pidiendo en un comunicado a las autoridades israelíes que “hagan rendir cuentas a los responsables de cualquier fechoría y tomen medidas inmediatas para proteger mejor a los civiles”.
Rafah, hacia donde se habían desplazado cerca de la mitad de la población de 2.3 millones de gazatíes, en casi ocho meses de guerra, era considerado el último lugar relativamente seguro del enclave hasta que Israel-pese a repetidas advertencias de la comunidad internacional sobre las posibles catastróficas consecuencias humanitarias- inició una incursión militar terrestre el pasado 6 de mayo.
Desde entonces, al menos 800.000 palestinos que estaban en Rafah han vuelto a desplazarse, huyendo hacia zonas designadas como "seguras" por el Ejército israelí. Entre ellas el oeste de Rafah, ya que la incursión se iba a centrar en el este.
Israel defiende que usó armas de "alta precisión" y mató dos altos mandos de Hamás
El Ejército israelí justificó el bombardeo al oeste de Rafah, alegando que, basados en “informes precisos”, el ataque estaba dirigido a dos altos mandos del brazo armado de Hamás: Yassin Rabia y Khaled Nagar, presuntamente implicados en el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre.
La institución castrense señaló que utilizó armas de "precisión" contra blancos "legítimos".
Desde el ataque de Hamás en el sur de Israel, hace más de siete meses-en el que murieron cerca de 1.200 israelíes y extranjeros, en su mayoría civiles, y 250 fueron llevadas a la Franja de Gaza como rehenes- las tropas del Estado de mayoría judía han atacado la infraestructura civil de la Franja de Gaza por aire, mar y tierra.
Además, han limitado severamente el acceso de la ayuda humanitaria, mientras justifica su objetivo declarado de “erradicar” a Hamás.
Gaza es el infierno en la tierra
Al menos 36.050 palestinos han sido asesinados por el Ejército israelí en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre, en su mayoría civiles, y 81.026 han resultado heridos, según reportó el Ministerio de Salud de Gaza de este 27 de mayo.
“La información que nos llega de Rafah sobre recientes ataques sobre familias buscando refugio son horripilantes. Hay reportes de víctimas en masa incluyendo niños y mujeres entre los asesinados. Gaza es el infierno en la tierra. Las imágenes de anoche son aún un nuevo testimonio de eso”, publicó la Agencia de la ONU para Refugiados Palestinos (UNRWA) en la plataforma X.
Los hospitales en Rafah, incluyendo en del Comité Internacional de la Cruz Roja, no tenían la capacidad para atender a todos los heridos, así que algunos debieron ser trasladados a Khan Younis, más al norte.
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