Mayo 13, 2025 -HC-

Guerrero hasta el tuétano y austero por convicción: Mujica descansa


Martes 13 de Mayo de 2025, 5:15pm






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Murió José Pepe Mujica, el líder político de Uruguay y el referente ético de América Latina. Se fue a los 89 años. “Hasta acá llegué”, había dicho a principios de enero. Pero no le fue tan fácil dejar a tanta gente huérfana. Tampoco hace 50 años, cuando recibió seis balazos. Ni durante los 10 años en que estuvo confinado por los militares en un pozo de poco más de un metro cuadrado. El político que se ganó el respeto de la izquierda en el mundo se fue contento por lo que hizo en la vida. Se fue en paz.

La primera vez, recibió 12 litros de sangre y se salvó. La segunda, domesticó ranas y alimentó ratones para no volverse loco. Emergió del agujero más sabio, solía contar, y volvió a lo suyo: la política.

En 1994, fue electo diputado por Montevideo; en 1999, senador; en 2010, presidente de Uruguay con casi el 55% de los votos. Pepe Mujica fascinó al mundo como un oráculo de la austeridad y la sencillez, un ser político completamente extraño que al final de sus días lanzaba advertencias con pesimismo, pero sin perder la fe en el hombre.

“Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido y le di un sentido a mi vida. Moriré feliz. Gasté soñando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo demás. No importa, no tengo cuentas para cobrar”, le dijo a EL PAÍS en octubre, “deshecho” como estaba por las sesiones de radioterapia que recibía como tratamiento contra el cáncer.

Mujica fue una figura imprescindible en la política de Uruguay, hasta el final. En 2019, ganó un escaño senatorial encabezando la lista más votada de su conglomerado. Y hasta trató de salvar la candidatura presidencial del Frente Amplio, aceptando ocupar un Ministerio si triunfaba. No fue así. Pero probablemente eso haya sido un alivio para este ícono de la izquierda, que un año antes había renunciado al Senado para tomarse "una licencia antes de morir de viejo".

En enero de 2025 había anunciado que la expansión de su enfermedad le había hecho decidir que ya no se sometería a más tratamientos: "Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso", dijo.

Al dar él mismo a conocer públicamente que estaba enfermo, en abril de 2024, recibió muestras de afecto y reconocimiento por parte de artistas, así como de políticos y diplomáticos latinoamericanos y del mundo.

Mujica despertó simpatías en todo el mundo. Desde la prensa internacional, pasando por estrellas del pop, hasta políticos de primer rango, no hubo quien escapara a su carisma, basado en la franqueza, la picardía, las palabras sin rodeos y una vivida austeridad, en una sociedad global sacudida a menudo por los escándalos, la corrupción y el doble discurso.

Más admirado fue en el exterior que en su país, donde la proximidad permitía ver más los claroscuros de una personalidad compleja, capaz de decir una cosa y la contraria, defender al mismo tiempo la democracia y la revolución socialista, la libre empresa y la Cuba de los Castro, la guerrilla y el Parlamento, el anticapitalismo y una política económica ortodoxa.

Esa ubicuidad lo llevó a hacer buenas migas tanto con Barack Obama como con Nicolás Maduro, Aerosmith y Ricky Martin. Se autodefinió como un "animal político", y lo demostró hasta el final de sus días. En 2016 fue mediador en las negociaciones de paz en Cuba entre la guerrilla colombiana de las FARC y el Gobierno de Colombia.

Tres de sus proyectos quedan, sobre todo, en la memoria del mundo, que miró asombrado hacia un pequeño país casi en el fin del mapa: la legalización del aborto, a finales de 2012; el matrimonio homosexual, en 2013 y, a fines de ese mismo año, la legalización del uso recreativo de la marihuana, con Uruguay como primer Estado plantador de cannabis del globo. "El mundo tiene que aceptar ciertas cosas que son inalterables", dijo al respecto de esas decisiones, que para él no eran ni de izquierda, sino simplemente una cuestión de sentido común.

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