Según la edición más reciente del informe Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial, se prevé que el crecimiento mundial se desacelerará, del 3,1 % en 2022 al 2,1 % en 2023, esto implica que el riesgo de que surjan tensiones financieras en los mercados emergentes y economías en desarrollo (MEED) se está intensificando, en un contexto de altas tasas de interés mundiales.
En los MEED, salvo China, se prevé que este año el crecimiento se desacelerará del 4,1 % registrado el año pasado al 2,9 %. Estas previsiones reflejan resultados menos favorables generalizados.
“La manera más segura de reducir la pobreza y ampliar la prosperidad es a través del empleo. Sin embargo, el crecimiento más lento hace que la creación de puestos de trabajo sea mucho más difícil”, afirmó Ajay Banga, presidente del Grupo Banco Mundial.
Según él, las previsiones de crecimiento no representan un destino inexorable, es decir, que existe la posibilidad de invertir esa tendencia.
A raíz de que las condiciones crediticias mundiales son cada vez más restrictivas, uno de cada cuatro MEED ha perdido acceso a los mercados internacionales de bonos. La presión es especialmente grave en el caso de los MEED con vulnerabilidades subyacentes, como una baja capacidad crediticia. Las proyecciones de crecimiento de estas economías para 2023 son menos de la mitad de las previstas hace un año, lo que las hace sumamente vulnerables a conmociones adicionales.
Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial, indicó que excepto en Asia oriental y meridional, se está muy lejos de alcanzar el dinamismo necesario para poner fin a la pobreza, contrarrestar el cambio climático y reponer el capital humano.
En 2023, el ritmo de crecimiento del comercio descenderá a menos de un tercio del que se registraba en los años anteriores a la pandemia. Además, en los mercados emergentes y economías en desarrollo, la presión de la deuda se agranda debido al aumento de las tasas de interés.
A raíz de deficiencias fiscales, muchos países de ingreso bajo ya han caído en un sobreendeudamiento. Mientras tanto, las necesidades de financiamiento para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible son mucho mayores que, incluso, las proyecciones más optimistas en materia de inversión privada.
“Muchas economías en desarrollo están haciendo grandes esfuerzos para hacer frente al escaso crecimiento, la inflación persistentemente alta y los niveles de deuda sin precedentes. Sin embargo, su situación podría empeorar si surgen otros peligros, como la posibilidad de que nuevas tensiones financieras en las economías avanzadas generen efectos secundarios más generalizados”, afirmó Ayhan Kose, economista en jefe adjunto del Grupo Banco Mundial. “Los responsables de la formulación de políticas de estas economías deben actuar con prontitud para evitar el contagio financiero y reducir las vulnerabilidades internas a corto plazo”.