Diciembre 07, 2024 -H-

El bonito discurso del litio contrasta con su dura realidad

Hasta ahora no hay un solo contrato validado por el legislativo. Tampoco hay una normativa definida y el 2025 como año del litio está descartado


Lunes 25 de Noviembre de 2024, 6:30pm






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Un largo silencio es la respuesta cuando la revista Oxígeno pregunta a autoridades sobre la fecha real para el inicio del proyecto para la explotación e industrialización del litio en Bolivia. La fase estratégica para posicionar al país en el mercado del oro blanco debía coincidir con el bicentenario de la patria, pero cuando faltan menos de 10 meses, solo hay incertidumbre. El Gobierno de Luis Arce ha dado una serie de pasos, pero hasta ahora no se ha llegado a la ruta crítica.

Bolivia se encuentra en el triángulo del litio en América del Sur del que también es integrado por Chile y Argentina. Y de los tres, solo nuestro país es el que hasta ahora no se beneficia de la explotación del energético. Los vecinos han desarrollado proyectos que los ubican entre los principales productores del mundo después de Australia. Y no se sabe cuándo el país se sumará al grupo de los productores del oro blanco.

La falta de normativas, las deficiencias administrativas, las dudas sobre la tecnología boliviana para su explotación, las denuncias de corrupción que afectaron un  eje central del plan y los escasos avances con los socios internacionales han golpeado la ilusión de que el país industrialice su litio. De hecho, hace algunas semanas se firmó el primer contrato entre Yacimientos del Litio Boliviano y la rusa Uranium One Groupe para la instalación de una planta piloto de industrialización. Sin embargo, para que el mismo tenga vigencia debe ser refrendado por la Asamblea Legislativa Plurinacional, en cuya agenda no figura el tema.

No es la primera vez que el litio se convierte en frustración nacional. La primera ocurrió en el gobierno de Jaime Paz Zamora cuando un contrato con una empresa estadounidense quedó en la nada tras una ola de protestas en Potosí. En el reciente tiempo, los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce señalaron que este proyecto es de carácter estratégico nacional por lo que alentaron el plan de ‘socios y no patrones’ y bajo el norte de lograr la explotación con tecnología hecha en Bolivia. Dicho objetivo se cayó en el momento en que se conoció que YLB había construido un numero insuficiente de piscinas para la extracción del litio y que de éste, hubo otro número con problemas.

Alfredo Zaconeta, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), señala que durante el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), casi 18 años, el litio pasó de “ser un recurso minero estratégico a ser un recurso estratégico para discursos” y expresó sus serias dudas de que el proyecto llegue a su meta. “Hemos visto que en 18 años de gestión del gobierno, las promesas de industrialización no se han podido concretar. En este momento, el litio es utilizado más para un discurso político y partidario, que lejos de mostrar resultados posibles lo único que ha mostrado es avances, pero no en la medida que se han planteado”, asevera.

Un criterio parecido tiene el exministro de Minería, Dionisio Garzón: “Las oportunidades de hacer contratos han pasado, no hay producción importante y seguimos perdiendo el tiempo. El cambio (de Presidente) es para dar seguro oxígeno al Gobierno sobre el proyecto, ojalá la gente que entre pueda hacer algo, yo no espero mucho”, apuntó

El litio es parte del Plan de Desarrollo Económico Social (PDES) 2021-2025 que plantea cinco retos para Bolivia sobre el oro blanco, entre ellos: alcanzar un abastecimiento de litio continuo, aplicar la tecnología EDL (Extracción Directa de Litio), desarrollar la industria de los recursos evaporíticos respetando los usos y costumbres de las comunidades donde se encuentran los salares y lagunas saladas.

El objetivo del plan es la producción acumulada de 80.959 toneladas (t) de carbonato de litio (16.191 t/año), de 64.000 toneladas de materiales catódicos y de 88.000 baterías de litio, así como la obtención de $US 3.134 millones en ingresos por la venta de estos productos ($US 627 millones por año). Sin embargo, hasta el 2023 la producción de carbonato de litio (grado técnico 98,5%) apenas llegó a 948 toneladas que representó un valor de Bs 19.917.217 ($US 2,8 millones), cifras muy por debajo de las metas previstas, porque hasta ahora el proyecto no pasa de la etapa experimental ni ha llegado la del protagonismo de los socios de la estatal YLB. Por esto, Bolivia no figura en el ranking de los principales países productores de litio, que encabeza Australia.

La extracción directa del litio (EDL) es la tecnología boliviana que el Estado Plurinacional decidió usar en los salares de Potosí y Oruro, pero hasta ahora ocasionaron “algunos dolores de cabeza”, por la baja producción, detalla el analista en minería de Fundación Jubileo, Héctor Córdova.  “La planta que tenemos de cloruro de potasio tiene una capacidad de producir 350 mil toneladas y la de carbonato de litio 15 mil toneladas, solamente la mitad de lo que se había pensado. Para compensar la ineficiencia de la tecnología en estas dos plantas se ha aumentado la cantidad de piscinas para el abastecimiento de materia prima, pero todos sabemos que no están funcionando ni siquiera la mitad de las piscinas”, dijo Córdova.

Y precisamente por eso, YLB retiró de manera silenciosa el proyecto de la EDL boliviana en la suscripción del primer contrato para la explotación del litio. Con este acuerdo, la Uranium One Groupe, que es parte de la Corporación estatal rusa Rosatom, podrá explotar el oro blanco con su EDL y ya no con la boliviana.

Zaconeta y Córdova ven aun lejana la materialización de la industrialización del litio en Bolivia si no se toman medidas drásticas desde el Gobierno Nacional, para lo que se deben identificar las debilidades administrativas y técnicas.

¿QUIÉN ESTÁ AL FRENTE?

La falta de estabilidad en la presidencia de la estatal YLB y la ausencia de normativas que permitan regular la explotación del litio, son dos deficiencias que crean incertidumbre sobre el proyecto del energético. “Había una cierta estabilidad hasta el año 2019, pero después el proyecto y la dirección han entrado en una situación complicada. No hay una estabilidad que asegure la continuidad de una idea, un proyecto de una estrategia que se esté siguiendo con el proyecto de litio”, señala Hector Córdova de Fundación Jubileo.

En pocos años, la empresa estatal tuvo nueve presidentes. La semana que concluye el Presidente Arce posesionó a Omar Alarcón Saigua como nuevo presidente del ente, en reemplazo de Karla Calderón Dávalos, que había asumido la presidencia de YLB en agosto de 2023. Carlos Ramos Mamani, Marcelo Gabino Gonzales Salque, Marco Antonio Condoretty Vargas, Gunnar Valda Vargas, Juan Carlos Zuleta y Juan Carlos Montenegro, fueron quienes presidieron la estatal YLB más antes.

Por otro lado, el “gran vacío” en materia de litio en Bolivia, según Alfredo Zaconeta, es la “poca legislación” que existe sobre los recursos evaporíticos. De hecho, hasta ahora el Estado Boliviano no tiene claro cuál será el régimen impositivo para este proyecto y cómo se definirá la distribución de regalías, en este caso para los departamentos de Oruro y Potosí, aunque ya ha habido voces que plantean que la asignación de regalías debería ser para todo el país.

Además, organizaciones sociales y comités cívicos del departamento de Oruro y Potosí pudieron acordar un proyecto de ley enviado a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) con referencia a las regalías, pero esta estancado desde hace dos años sin avance alguno.

La falta de un regulador legal también amenaza la relación entre el Estado y las empresas chinas y rusas, que no tienen un “asidero legal” para que se definan los parámetros firmados, y así evitar compromisos contraproducentes para intereses nacionales.

Caída del precio del litio internacional

En el “boom” del litio a nivel mundial, la tonelada del energético llegó a costar casi $us 90.000, pero en los últimos meses, la cotización internacional cayó nueve veces su precio posicionándola en menos de $us 10.000.

“No creo que volvamos a vivir ese escenario de 80 mil dólares la tonelada de litio y mientras más estemos demorando en definir lo que nosotros queremos hacer con el litio y lograr las promesas, el escenario será siempre más contraproducente. Y nuevamente se repetirá la historia, de que hemos perdido la oportunidad de aprovechar un recurso natural para poder jugar un bien estratégico”, añade Zaconeta.

Sin embargo, el “derrumbe” del precio no significa que la actividad haya dejado de ser un próspero negocio para las mineras que extraen el mineral, por ejemplo, en el norte argentino. La clave son sus bajos costos. Producir una tonelada de carbonato de litio cuesta entre 3.500 y 4.000 dólares según el consenso de todas las mineras y especialistas del sector.

El precio de mercado de ese producto, en contrapartida, promedió los 20.000 dólares en el primer trimestre del año y bajó a 17.200 dólares en el segundo, de acuerdo al informe de resultados de Arcadium Lithium. Y luego a menos de 10 mil dólares.

En el caso de Argentina, el derrumbe de los precios, contrasta con la realidad local donde la cadena del litio no para de crecer en su producción. En este sentido, luego de un 2023 con un crecimiento interanual de casi el 30% en las exportaciones del complejo litio, el 2024 continúa el sendero productivo hacia arriba.

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