¿Bolivia requiere de medidas de resurrección económica o de una cirugía de alta precisión? ¿Este es un tiempo para política de shock o, por el contrario, para un amplio programa de recuperación?
Los amargos días del 2025, para muchísimos muy duros, llevaron a recordar aquella época marcada por la hiperinflación, por la inestabilidad política, por la conspiración eterna y la incertidumbre generalizada. Ah, por las filas gigantes para conseguir alimentos. En ese contexto, como el fin de un periodo político, en 1985, surgió la narrativa de la resurrección. “¡Bolivia se nos muere!” fue la sentencia mayor y “¡Exportar o morir!”, la otra. Así, pocos días después de su investidura, el presidente Víctor Paz Estenssoro lanzó el decreto 21060, el de la Nueva Política Económica. Cerró las puertas del capitalismo de Estado para abrir la de la época neoliberal.
Y a esa narrativa habrá que sumar la de la relocalización para despedir a miles de trabajadores mineros, como consecuencia de la crisis mundial del estaño y la economía nacional en crisis absoluta. Esos hombres y mujeres se fueron al Chapare de Cochabamba o a El Alto. El resto de la historia lo conocemos.
En esa línea, hace tres semanas, el presidente Rodrigo Paz dijo que su gobierno “está haciendo una autopsia” de la administración recibida.
Cuarenta años después de la promulgación del decreto 21060, diferentes académicos, analistas, líderes de opinión pública y empresarios reclaman al gobierno de Rodrigo Paz que aplique medidas de shock contra la crisis económica. Le dicen que en este primer mes de gobierno ha perdido tiempo valioso. Califican de gradualista al Jefe de Estado y a su equipo económico. Sin embargo, hoy la realidad es más terca que la narrativa. Solo basta con recordar qué ocurrió en las dos elecciones pasadas, cuando los estrategas fueron superados por la política real.
En la economía, cuando la expectativa y la confianza coinciden el resultado es positivo. Y en estas primeras cuatro semanas, muchísimos bolivianos empezaron a respirar con alivio, aunque este sea pequeño, pero alivio al fin. La cotización del dólar empezó a ceder: hoy la divisa para la venta está a Bs 9.02, muy lejos de aquellos Bs 16 o más. Mejoró significativamente la provisión de combustibles; bajaron los precios de algunos productos alimenticios básicos y los de equipos tecnológicos. El riesgo país ha mejorado significativamente, lo que significa que hemos dejado ser visto como un país con lepra.
Ese alivio puede ser la base necesaria para que el gobierno aplique las medidas estructurales necesarias contra la crisis. Es necesario tener en cuenta que la situación de la economía estatal fue un misterio, debido a los recovecos y triquiñuelas. Entonces, el shock será contraproducente, más si no se cuenta con datos mínimos, como los que el médico requiere para una cirugía de alta complejidad.
El shock generalmente puede ser asimilado por quienes están en mejor condición. Y estamos hablando de economía, de patrimonio. En ese sentido, el desafío del gobierno es encarar las medidas que permitan reducir la crisis para generar un escenario de oportunidades para todos, en especial para quienes menos tienen, pues es el pueblo el que ha elegido a este gobierno.
Finalmente, este país requiere de un acuerdo nacional, únicamente con el plan de frenar la crisis y generar las bases para un crecimiento para todos. En otras palabras, como el país no está en la antesala de la morgue, sino en un quirófano, que continúe la cirugía, sin prisa ni pausa, con la frialdad y la calidez necesarias. Pues solo un buen cirujano logra mantener la confianza de un paciente.
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