Tal vez era previsible los resultados del balotaje del domingo 19 de octubre de 2025 en Bolivia, especialmente en los Andes, a favor de Paz-Lara quien ganó a Tuto Quiroga-JP Velasco con 54% frente a 45%. El PDC ganó ampliamente en la región de los Andes entre La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca y otras regiones no andinas como Pando y en Santa Cruz consiguió un buen porcentaje nada despreciable. Pero ¿qué significa para la gente estos resultados y más propiamente qué significado le ha dado al voto el haber apoyado a Paz-Lara? Este es un tema por demás interesante.
En principio lo que se observa no es un voto militante la del PDC, sino es un voto condicional definido por una larga experiencia histórica con la que gente ha sabido moverse en tiempos turbulentos. Especialmente en tiempos contrarios a los sectores populares y el aymara de manera particular. Esa condición es en principio no afectar varios logros de las gestiones del gobierno del MAS (aunque hayan sido contradictorias) y de las propias luchas sociales. Esto quiere decir que la gente piensa muy bien cómo evitar los graves riesgos que pueda producirse si es que el poder está en manos de los que representan un peligro.
Otras de las condiciones es que no se haga un golpe económico parecido al 21060 de 1985. Es decir, un shock económico que afecte a los bolsillos de la gente. Esto significa que el tema combustible debe ser ajustado paulatinamente o incluso que no se lo haga si es que existe la posibilidad de mantener la subvención. La gente piensa que se si puede mantener para evitar mayores encarecimientos económicos en una Bolivia que vive una crisis social y político ya profunda.
Para el mundo aymara de modo propio es un voto estratégico porque se afirma que no se permitirá volver a los tiempos del racismo y discriminación que significaba el Estado republicano. Lo cual significa que es un voto político con una mira larga de la historia de este grave problema que tiene Bolivia, entre otros. El racismo es uno de problemas estructurales junto con la corrupción desde la misma fundación de Bolivia.
Así el voto condicional y estratégico tiene una larga historia. Ya ocurrió este tipo de comportamientos sociales que la podemos incluso leer para tiempos electorales como lo muestra Carmen Soliz en su libro: Campos de revolución (2022) después de 1952. Pues, el discurso oficial de arriba suele adjudicar a los gobernantes de que son ellos los que hacen historia y no tanto los pueblos. El hecho, sin embargo, es que los que condicionan los actos de los gobernantes suele ser los pueblos y en nuestro caso, según Soliz las comunidades, los ayllus y los mal llamados “colonos” de las haciendas post52. Son ellos quienes han definido el curso de lo que luego es la firma de la reforma agraria de 1953 en Orureña (Cochabamba). Antes de ocurrir como evento histórico con H mayúscula, primero ocurre ese hecho histórico a nivel más social como micropolítica. Se va dispersando sentidos de acción colectiva como especie de acuerdos subterráneos bajo la égida de lo que nosotros llamaríamos el Otro poder. La otra manera de entender el poder o resignificarla.
El mundo social se mueve sigilosamente en conversas y acuerdos o desacuerdos para finalmente confluir como un acuerdo común con intereses compartidos de lo histórico. Entonces la historia es escrita desde esos recónditos espacios de la vida social que los poderosos luego la tienen que firmar. Esta lógica funciona bien en nuestro medio y en otros lugares como México, algo que la academia muchas veces no ve.
La gente negocia inteligentemente usando varios mecanismos con alguien que tiene el poder o va a tener. Todo con el fin de no perder los logros conquistados, aunque sean pequeñas. En ese sentido, este es un voto más político e identitario. El mundo aymara urbano o rural casi siempre ha tenido esta mira. Algunos analistas afirman que el mundo aymara es un mundo que define muchas veces el devenir de lo político o social en Bolivia o de modo más propio en la región de los Andes. Se irradia sentidos y ubicaciones estratégicas de la acción colectiva mediante diferentes mecanismos como las relaciones de parentesco o las redes sociales o simplemente una lectura semiótica de lo que proyecta la imagen de lo que se quiere hacer o decir.
A esto se sumó el que la gente ha diagnosticado a Tuto y JP radicalmente ubicado en la extrema derecha boliviana. Fue incluso que ellos mismos han mostrado esta perspectiva en todo este período electoral con tres casos bien conocidos de racismo. Las frases de “masca cocas hediondos” de Juan Carlos Velarde, la de Arnoldo Méndez de “para que no venga ningún colla de m…a faltarnos el respeto”, y finalmente del propio JP. Velasco quien dijo “a los collas hay que matarlos a todos…hay que quemar la wiphala…”. Esas voces son la expresión no solo de las personas en particular sino del grupo social a la que pertenecen.
Lo que viene es difícil para el siguiente gobierno y también para la gente porque una cosa es ofrecer electoralmente y otro es gobernar. Pues, allí se impone muchas veces los intereses de los grupos de poder que están detrás de los candidatos ganadores. Lo cual debe llamar a observar porque podría ser un hecho que los mismos votantes de Paz-Lara, lo reprueben dado que hoy, como se ve, la gente está sumamente politizada. Sabe lo que es ejercer el poder o luchar contra ella. Entonces hay que tener una adecuada lectura de los micropoderes que circulan fuera del Poder o de la historia oficial.
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