Octubre 04, 2025 -HC-

La derrota del neopopulismo autoritario y la disputa entre el centro democrático y el neoconservadurismo


Sábado 4 de Octubre de 2025, 10:00am






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El 17 de agosto de 2025 el neopopulismo autoritario, que había predominado electoralmente en los últimos 20 años, fue derrotado sin atenuantes. Fue una debacle que duró casi diez años. Se inició el 21 de febrero de 2016, se descompuso seriamente en octubre/noviembre de 2019, tuvo una recuperación ilusoria en 2020, para finalmente derrumbarse de manera estrepitosa en 2025.

Las dos opciones que quedaron victoriosas, y que presuponen convertirse en el eje del nuevo ciclo político, son el PDC de Rodrigo Paz y Edman Lara, que coparon y representan el centro democrático y la alianza LIBRE de Tuto Quiroga y Juan Pablo Velasco, que son la expresión del neoconservadurismo en Bolivia. No tengo dudas sobre las credenciales democráticas de ambas organizaciones políticas y de sus líderes. No me compro las acusaciones desaprensivas de los radicales de ambas formaciones (sobre todo los que actúan en las redes sociales) que definen a unos de masistas y a los otros de fascistas.

Rodrigo Paz y Edman Lara, fruto de su perseverancia y olfato político, lograron convencer a los sectores populares, a las clases medias bajas y a las corporaciones sindicales, para que voten por ellos como una alternativa menos radical al neopopulismo autoritario moribundo. Nadie, que no esté obnubilado por el fanatismo que impera hoy día en la campaña de segunda vuelta, podría afirmar que Rodrigo Paz o Edman Lara pretendan ser una versión remozada del neopopulismo autoritario. Sus planteamientos y propuestas los ubican más en el centro democrático, con una impronta social demócrata y francamente ecléctica, sobre todo en materia de economía. En la forma, principalmente Edman Lara, cultiva un estilo neopopulista, asentado en su liderazgo carismático, que ojalá no devenga en autoritario y que, por el contrario, se defina más bien firmemente por la tolerancia y la democracia.

Jorge Tuto Quiroga y Juan Pablo Velasco se decantaron por representar una opción neoconservadora, un “cambio radical”, como reza su principal consigna, a lo que definen como el “socialismo” del esquema del MAS. Fueron capaces de nuclear en torno a su binomio a la inmensa mayoría de las clases medias urbanas y a los grupos de poder fácticos. Mediante una campaña agresiva y de contraste, lograron atraer a buena parte de los votantes de Doria Medina y de Reyes Villa, pero al mismo tiempo inviabilizaron su posibilidad de persuadir a los ex votantes del MAS en todas sus versiones. Juegan en su contra el cuestionable pasado, sospechoso de racismo y discriminación, de algunos de sus más connotados representantes, como Branko Marincovic y el propio Velasco. Esperemos que estos personajes hayan superado esas concepciones y actúen con la madurez y reconocimiento a la diversidad de nuestra sociedad, con respeto y tolerancia.

Así puestas las cosas, la ciudadanía boliviana está ante una disyuntiva clara: O vota por la opción de centro democrático, con el riesgo apuntado relacionado al candidato a vicepresidente, o vota por el neoconservadurismo, a pesar de los peligrosos antecedentes mencionados.

De todas maneras, cualquiera fuera la decisión, tendremos un gobierno obligado a concertar, a pactar, a lograr acuerdos y consensos, un gobierno democrático que cierre la página despótica y los intentos de cercenar nuestro derecho a ejercer plenamente nuestras libertades.

Sea lo que el pueblo decida, la larga noche del neopopulismo autoritario, administrado por corruptos e incapaces, habrá llegado a su fin.  

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