La Paz, 10 de octubre (Grover Yapura, Urgente.bo).- Hace 39 años, un domingo como hoy, los bolivianos coronaron años de resistencia a la dictadura y pusieron la piedra angular para una nueva etapa de la historia del país. Aquel domingo frío y lluvioso, Hernán Siles Zuazo juró a la Presidencia de Bolivia y con ese acto abrió un periodo, afectado por convulsiones e impulsado también por transformaciones, que se prolonga hasta el siglo XXI con más incertidumbres, porque hoy en Bolivia no existe un consenso básico sobre la democracia. Si en el pasado se decía que esta forma de gobierno era una política de estado para los bolivianos; hoy, existen posiciones encontradas que dejan para un futuro mediano la posibilidad del reencuentro o la reconciliación.
Cuando las crisis políticas llevaban a Bolivia hacia situaciones límites, los bolivianos ponían el pie en el freno, en el pedal de los acuerdos, en memoria de aquellas mujeres y hombres que lograron que el 10 de octubre sea un nuevo hito para la construcción del país. Hoy no es así. Las posiciones son divergentes y encontradas y así hay un manejo que combina el acelerador de la presión con el freno del cálculo político. Esta descripción se ha agudizado en el último lustro, donde los bolivianos vivieron un nuevo periodo de convulsión política que fue no superada con las elecciones generales de octubre pasado. Y precisamente en ese marco, el nuevo aniversario de la democracia coincide con otro momento de confrontación, esta vez con actores que se desenvuelven desde Santa Cruz.
En una consulta hecha a reconocidos líderes de opinión, entre ellos actores políticos, el periódico digital Urgente.bo encontró respuestas variadas ante la pregunta de cuáles son los dos hechos más importantes en los 39 años de la democracia boliviana. Hay quienes recuerdan los hechos que derivaron en el juramento de Siles, pero otros plantean que la Asamblea Constituyente de 2007 fue el más importante y otros identifican como trascendental la victoria del No en el referendo del 21 de febrero del 2016.
El portal Urgente.bo consultó a los siguientes líderes de opinión: Carlos Mesa, líder de Comunidad Ciudadana, Samuel Doria Medina, empresario y jefe de Unidad Nacional, Juan del Granado, abogado e impulsor del juicio de responsabilidades contra el dictador Luis García Meza, la historiadora Sayuri Loza, la activista María Galindo y el analista político Marcelo Arequipa. Por el oficialismo fue invitado el vocero presidencial Jorge Richter, pero hasta el cierre de edición no respondió a las consultas.
El abogado Juan del Granado propone destacar “la capacidad de la democracia boliviana de sobreponerse y superar los momentos de crisis, cuando ocurren agotamientos de ciclos estatales y gubernamentales”. Se refiere al periodo de la reapertura de la democracia, al fin del ciclo económico neoliberal, a principios del 2000 y a los hechos ocurridos desde del 2016. Carlos Mesa, expresidente de la República y uno de los líderes opositores del actual gobierno, plantea como un hecho importante “el vigor y el compromiso del pueblo boliviano, de haber escogido la democracia como la mejor forma de vida en comunidad”.
Del Granado y la activista María Galindo, directora de Mujeres Creando, no tienen dudas de que la Asamblea Constituyente de 2007 es uno de los hechos más importantes de la democracia boliviana, porque ponen las semillas de un nuevo Estado, pero del mismo modo alertan que ha sido afectada por la visión partidaria del gobierno de turno. “La realización de la Asamblea Constituyente y la promulgación de la CPE son importantes, pero son hechos inconclusos que no tienen continuidad en la reforma de la justicia. No tiene justicia plural, afirma la activista Galindo.
En ese mismo contexto, la historiadora Sayuri Loza apunta que el ascenso del Movimiento Al Socialismo –no de Evo Morales- representa uno de los hechos más importantes ocurridos desde el 10 de octubre de 1982.
El 29 de agosto de 1985, el presidente Víctor Paz Estenssoro, casi tres semanas después de haber asumido el poder, promulga el decreto supremo 21060, que pone fin a un periodo de nacionalismo popular para abrir uno neoliberal, donde el Estado cede presencia a la iniciativa privada. Ese hecho es importante para Sayuri Loza, porque queda claro que Bolivia “no puede sustraerse al contexto internacional” y porque, con sus efectos, dio paso al crecimiento y protagonismo impensado de El Alto, hoy la segunda ciudad del país y entonces alimentada por los mineros relocalizados.
El expresidente Carlos Mesa dice que “el despertar de los jóvenes como punta de lanza del espíritu democrático del pueblo boliviano, ocurrido el 21F para defender el NO a la reelección indefinida de Morales, creó un vigoroso movimiento de respuesta al envilecido proyecto histórico de 2006 que había comenzado con tan buenos auspicios”. Ese es otro hecho destacado para él en los 39 años de esta democracia.
Samuel Doria Medina señala que el referéndum del 21 de febrero de 2016, cuando la democracia directa permitió que el pueblo pusiera freno al caudillismo y su tutelaje; y la movilización popular que en 2019 puso un freno a la reelección indefinida, preservando la alternancia como uno de los pilares democráticos, constituyen los hechos más importantes.
La democracia, más aún la boliviana, no se construye con una sola voz. Por el contrario, es alimentada por una diversidad de opiniones y posiciones, como ha ocurrido desde 1982. Sin embargo, hoy el escenario está marcado por la polarización que no ha sido resuelta en las urnas electorales. Quizas por ello en el país hay voces que plantean la necesidad de aprender a convivir con la polarización.
Y en este contexto de contraposición, la siguiente premisa de Sayuri Loza adquiere fuerza: “la única prueba de existencia de la democracia puede ser la existencia de las elecciones”.
Los 39 años de la democracia coinciden con una coyuntura particularmente tensa. Este lunes, las fuerzas opositoras al gobierno de Luis Arce realizarán un paro contra una serie de medidas del Ejecutivo y al día siguiente, el MAS y las organizaciones sociales se movilizarán en Santa Cruz y otras ciudades en defensa de la whipala y el gobierno de Arce.
Así adquiere más fuerza el planteamiento del analista Marcelo Arequipa, cuando se le preguntó que le hace falta a la democracia boliviana: “Construir dos tipos de puentes, uno entre los políticos y la población para cerrar esa brecha que existe hoy de falta de representación y el otro puente, que ayude a convivir entre grupos distintos entre la población”.
Así, Bolivia llega a un nuevo año de la democracia, aquella que se abrió en medio de una crisis política y económica y aquella que se sostiene hoy, en medio de turbulencias políticas, económicas y sanitarias.
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