Abril 20, 2024 [G]:

La narrativa del golpe de Estado, un pequeño globo con demasiada agua

Lo que en verdad causa pena es ver la instrumentalización del pobre y del indígena, a ellos se los enfrenta todos los días a la misma imposibilidad a la que los enfrentaron desde la colonia:


Jueves 22 de Julio de 2021, 4:45pm






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Durante los últimos meses, distintas voces del gobierno nacional o allegadas al mismo han venido construyendo una narrativa acerca de un golpe de Estado para levantarla frente a otra que ha perdido fuerza, la del fraude electoral de octubre de 2019. Hablo de ambas utilizando el mismo término, pues, aunque en torno a ellas, se realizaron acciones y se iniciaron procesos legales, a la fecha, ninguna ha quedado firme por encima de la otra.

La narrativa del golpe de Estado fue llevada a la acción de una manera imprevista, a través de una ex diputada que sirvió de instrumento para iniciar lo que parecía una idea descabellada, un proceso sin pies ni cabeza, por el que hoy, existen varios detenidos comenzando de la ex Presidenta del Estado, pero intentemos comprender si este tipo de manejo discursivo y mediático es efectivo en pleno siglo XXI y cuáles son sus alcances.

Un reciente documental llamado Cómo se convirtieron en tiranos, recoge, a modo de manual, una serie de estrategias utilizadas por los peores dictadores del siglo XX, en el capítulo cuarto se recuerda una frase de 1984: “quién controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”. (Orwell: 2014).

En 1949, George Orwell publicó su novela 1984, en ella se describe una gran pirámide blanca de 1000 habitaciones llamada Ministerio de la Verdad, desde allí se imponen las tres consignas de un partido que lo controla todo: “La guerra es la paz / La libertad es la esclavitud / La ignorancia es la fuerza”, pero, ¿cuánto de esa ficción literaria podía materializarse en el mundo real?

De acuerdo al autor, parte de la inspiración para la novela fue haber sido testigo de cómo los medios eran capaces de esconder la verdad, pero lo sucedido en Europa entre 1900 y 1946, difícilmente podría replicarse en la actualidad, veamos:

 Reescribir la historia requiere tergiversar los hechos, negar su existencia o atribuirlos a otras causas para entretejer una verdad “más” conveniente; revisando los diarios nacionales, solamente en lo que va de julio, se identifican, al menos, 22 entradas de noticias que reflejan el impulso que recibe la narrativa del golpe de Estado. Leyéndolas, es posible identificar quién o quiénes llevan el discurso más allá de la simple premisa y se animan (de tanto en tanto) a practicar nuevas acusaciones sobre la llamada “maquinaria golpista”. Cinco de estas publicaciones coinciden con la víspera del aniversario del grito libertario de la ciudad de La Paz, fecha que se aprovechó para fortalecer la narrativa asociándola al impulso libertario de los próceres de 1809.

Y acá va la pregunta: ¿hay manera en que la que la narrativa del golpe de Estado pueda imponerse a la historia y subsistir para las siguientes generaciones?

La respuesta es no. Bolivia carece de un monopolio en el manejo de la información, cada medio es libre de mantenerse imparcial o tomar una postura, basta leer los periódicos o encender el televisor para saber quiénes están “a favor de”. Por otro lado, vivimos tiempos modernos en los que existe una conectividad en tiempo real que permite a las personas acceder a la información desde su teléfono celular o cualquier otro dispositivo, desde diversos espacios en la red, existen voces que se enfrentan a la narrativa del golpe de Estado, recordándonos los hechos, tal y como sucedieron antes del 13 de noviembre de 2019, porque lo que ocurrió después, es harina de otro costal.

Pues bien, mientras esa libertad exista, la narrativa será simplemente eso, pues el ciudadano es capaz de llegar a sus propias conclusiones y libre de asumir posturas en favor o en contra de.

Pero, ¿qué pasa con las voces que le dan vida al discurso? ¿hasta qué punto, la ideología, es capaz de penetrar en la mente de un hombre medianamente inteligente? Acá, hay que diferenciar a quiénes están en control de la situación, con las ambiciones de poder intactas, no pasan de cinco personas, de los tontos útiles con diferentes niveles de funcionalidad. Tenemos, desde los fieles fanáticos, hasta los que le hicieron favores al partido y fueron premiados en esta gestión con cargos y buenos sueldos. Pues, no señores, no es cuestión de ideología, sino de conveniencia.

Aquel que se empeña en negar la vorágine del capitalismo no es más que un romántico, y eso no significa que uno esté a favor de la acumulación de grandes capitales, no. En América Latina no existen ideologías, ni derechas, ni izquierdas, existen pequeños círculos de personas, que ni bien llegan a la administración pública, aprovechan cada día para robar y para mantenerse en el poder y esa, en nuestra opinión, sí es una verdad más allá de toda duda.

Lo que en verdad causa pena es ver la instrumentalización del pobre y del indígena, a ellos se los enfrenta todos los días a la misma imposibilidad a la que los enfrentaron desde la colonia: la de dejar de ser simple ganado o bandera de falsa reivindicación para un régimen parasitario, pero de esa paradoja hablaremos en otra anotación.

Como un pequeño globo que ha estado demasiado tiempo en el grifo, la narrativa del golpe de Estado es soportada por la fragilidad de una sociedad dividida por los intereses de unos cuantos, cuando ese globo explote, derramará toda la pestilencia de la politiquería que infecta nuestro país y no habrá final feliz, solo más división, más resentimiento y menos oportunidades para los más pobres y excluidos de la sociedad.

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